En el siglo XIX el Patio de los Jardineros completaba el cinturón de patios de servicio de un conjunto de casas propiedad de los condes de Torres Cabrera, colindantes al palacio, y en él se alojaba el personal de las fincas rústicas cuando venía a Córdoba.
Cuando estas casas se incorporaron al Palacio de Viana en el siglo XIX, tras ser permutadas por una finca, este espacio se mantuvo como lugar de trabajo de los jardineros, que guardaban en él sus herramientas.
El principal foro de atención de este patio es el muro cubierto de celestina o jazmín azul: un auténtico jardín vertical, esplendoroso en verano. Mientras, el muro opuesto invita al descubrimiento de pequeños detalles que embellecen el conjunto. Las macetas de geranios, las esparragueras, cintas, hierba del elefante y centaurea se distribuyen de forma discreta por el espacio para no hacer sombra a la celestina.
En el Patio de los Jardineros también destacan los azulejos y antigüedades. El segundo marqués de Viana, a principios del siglo XX, y la tercera marquesa de Viana, que habitó el palacio hasta los años 80, fueron incorporando objetos arqueológicos y decorativos traídos de la finca de Moratalla (Hornachuelos, Córdoba) y del Palacio de Viana de Madrid (actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores) para darle un aire más señorial a un patio de trabajo.