Nos encontramos en uno de los iconos del Palacio de Viana y de los patios de la ciudad de Córdoba, porque se puede ver desde el exterior a través de tres rejas de forja que dan nombre al espacio y a la calle adyacente, llamada Rejas de don Gome.
Este patio se diseñó en el siglo XVII con Gómez de Figueroa y Córdoba como quinto propietario del palacio para satisfacer la necesidad de la nobleza renacentista de mostrar su prestigio y posición social.
De hecho, durante siglos el Patio de las Rejas fue el lugar perfecto para exhibir el poder de las familias que habitaron el palacio. Y se convirtió en un mirador privilegiado para contemplar eventos públicos, como el paso de la Virgen de las Angustias en la procesión del Jueves Santo.
Debido a su continua exposición, el Patio de las Rejas debía estar siempre vistoso. Por eso tiene una vegetación que no pierde la cobertura verde gracias a un manto vegetal de cítricos en espaldera: naranjos, limoneros y bergamotas adaptados verticalmente a los muros. Alrededor de la fuente y sobre antiguos pilares hay macetas de centaurea: una de las plantas más clásicas de la flora de Viana.
En el siglo XVIII, la construcción del Patio del Archivo abrió un nuevo eje visual en el palacio y permitió comunicar las estancias interiores de la vivienda con la calle a través del Patio de las Rejas. La tradición andalusí de patio privado, que perduró durante siglos en Córdoba, comenzó a mezclarse así con otras influencias culturales y arquitectónicas.