El Patio de la Capilla era el patio principal de las casas de los condes de Torres Cabrera, colindantes a Viana y que fueron anexionadas al palacio en el siglo XIX a cambio de una finca. De ahí la diferencia de estilo entre este patio y el de los Jardineros, Pozo y Alberca, que pertenecían también a la vivienda de los condes, pero estaban destinados al servicio.
Construido en el siglo XVII, cuenta con dos galerías porticadas, sencillas y armoniosas, en las que se colocaron diversos objetos arqueológicos para adornarlo, siguiendo la moda del siglo XIX y principios del XX.
Sus elevados muros dejan pasar poca luz. Esto provoca que los cítricos que lo adornan crezcan a lo alto, buscando el sol y entretejiendo con sus ramas un toldo vegetal que lo convierten en el patio más fresco del Palacio de Viana. No obstante y por este motivo, no hay una gran variedad floral, ya que la floración es difícil.
La armonía del espacio y el ambiente en semisombra invitan a la introspección y al silencio, que solo rompen el piar de los pájaros y el sonido del agua de la fuente.
El nombre de este patio se debe a la existencia de una capilla anexa, que fue trasladada por la tercera marquesa de Viana, Sofía Amelia de Lancaster y Bleck, a lo que actualmente es la recepción del monumento y se reubicó en su lugar original en 2012.