El aroma a azahar, el tintineo del agua, la penumbra y las plantas en flor convierten al Patio de los Naranjos en el lugar perfecto para pasear y dejarse llevar por los sentidos.
Este espacio recuerda a los jardines hispano-musulmanes, claves en la evolución histórica del patio cordobés. Estos estaban concebidos como lugares privados que invitaban a la contemplación, donde las plantas y el agua eran los principales elementos. Además, en el mundo andalusí a la función estética de los jardines se unía su aprovechamiento agrícola gracias al uso de técnicas avanzadas para aclimatar especies, como sucede con los naranjos centenarios de este patio.
Otro elemento característico del Patio de los Naranjos son las fuentes. La primera es una alberca con azulejos cerámicos adornada con calas y otras plantas de primavera. La segunda, de planta octogonal, suele estar cubierta de macetas con orejas de vaca y nenúfares.
El Patio de los Naranjos formaba parte del núcleo originario del Palacio de Viana en el siglo XV. De hecho, sirvió como acceso a la casa hasta la construcción del Patio de Recibo. Curiosamente, en los planos del siglo XIX, aparecía divido en dos: por una parte, la alberca o Patio de la Fuente, conocido también como Patio de Beber o Patio de la Parra. Y por otra parte, los naranjos o antiguo Patio de los Comedores, por las estancias que asomaban al recinto.
Desde aquí se accede a la zona institucional de Viana, que puedes visitar con tu entrada a los patios.